Coordinador de Medicina Ortomolecular del Centro de Estudios de Medicina Integradora de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
La comprensión de que ciertas células en muchos, si no en la mayoría de los animales pueden generar y regenerar tejidos y órganos, es en realidad muy antigua. Aristóteles (384-322 A.C.) en su escrito “Generación de los animales” e “Historia de los animales” observó que las salamandras logran que crezcan de nuevo partes corporales amputadas.
Hace aproximadamente 50 años, se realizó como primicia una aplicación médica de células madre cuando uno médicos administraron médula ósea rica en células madre por vía oral a unos pacientes con anemia o leucemia. Aunque este intento para curar estos padecimientos fracasó, los científicos pudieron demostrar con el tiempo que ratones con alteraciones en la médula ósea podían recuperarse completamente cuando se les inyectaba médula ósea tomada de ratones sanos. Así que de aquí surgió la idea de que se podría hacer un transplante de médula ósea en seres humanos.
Este tipo de transplante alogénico se realizó por primera vez en 1950 en Francia. A los pacientes con leucemia se les daba radiación para barrer su médula y luego se les aplicaban los tratamientos con médula ósea. Muchos pacientes mejoraron, pero con el tiempo, todos murieron por alguna infección o porque regresaba su cáncer.
Posteriormente se probó con transplantes que involucraban donadores gemelos idénticos y el resultado fue claramente exitoso. Eso sirvió como fundamento para continuar con la investigación clínica.
No se conocía la razón del rechazo en los transplantes hasta que en 1958 el científico Francés Jean Dausset identificó la causa del rechazo. Encontró unas proteínas especializadas en la superficie de la mayoría de las células, haciendo a las células y a los tejidos que forman, como únicos para el individuo. A estos marcadores de la superficie se les conoce como antígenos de histocompatibilidad humana (HLA). De esta manera, el cuerpo puede determinar lo que le pertenece y lo que no le pertenece.
Esto significa que una célula madre adulta es más probable que cause una reacción inmunológica peligrosa si se transplanta en otra persona. Para evitar esto, los transplantes de células madre adultas se pueden hacer usando las propias células del paciente.
Durante los últimos años, el uso de médula ósea rica en células madre, lo mismo que la sangre del cordón umbilical rico en células madre han demostrado ser de beneficio para el tratamiento de muchas enfermedades como leucemia, linfomas, mieloma múltiple, cáncer de mama, esclerosis múltiple, lupus y artritis reumatoide.
Las células madre parecen ser una de las herramientas del cuerpo más capaces para la auto-reparación.
Cuando hay alguna enfermedad o lesión, estas células responden a señales químicas específicas y se acomodan para facilitar la curación al diferenciarse en células especializadas requeridas para la reparación del cuerpo, es decir, existen en números suficientes y reciben las señales correctas cuando ocurre una enfermedad.
Cuando se recibe algún tratamiento de células madre, es importante estimular su actividad, quitando los impedimentos para la creación y proliferación de nuevas células, tales como los altos niveles de metales pesados, consumir alimentos que apoyen el crecimiento y la proliferación celulares y tomar compuestos naturales que apoyen y sostengan estos procesos.
Es muy difícil definir lo que es una célula madre, pero podemos encontrar 2 características principales; la primera es el grado al cual una célula madre se puede diferenciar en varios tipos de células; tienen plasticidad.
A esta capacidad se le conoce con el nombre de potencia. La segunda es una clase especial de división celular que asegura un suministro futuro de células madre.
Las células madre totipotenciales son las más poderosas y tienen la habilidad asombrosa de convertirse en cualquier célula o tejido en el cuerpo. Por otro lado, las células pluripotenciales pueden convertirse en la mayoría, pero no en todos los tipos de células. Las células de la masa celular interna (ICM) y las células madre embrionarias caen dentro de esta categoría. Existen las células multipotenciales que son aquellas células que ya se diferenciaron por lo menos una vez.
Las células madre adultas podrían proporcionar la solución médica que evitaría los problemas legales y éticos de los acercamientos por medio de células madre fetales y de clonación. Hasta hace poco, se creía que las células madre de tejidos adultos estaban restringidas en su capacidad para producir tejidos que no fueran el tejido del que surgieron. Cierto número de estudios han retado esta visión. Específicamente estos estudios han sugerido que las células madre adultas de varios órganos son plásticas. Eso significa que pueden diferenciarse no sólo en su tejido fuente original, sino también en células de tejidos no relacionados.
El transplante de médula ósea se ha usado para tratar enfermedades no hematopoyéticas tales como la osteogénesis imperfecta (Horwitz, E. M.. Prockop, D. J., Fitzpatrick, L. A., et al. (1999). Transplant¬ability and therapeutic effects of bone marrow-derived mesenchyrnal cells in children with osteogenesis iniperfecta. Nat Med 5 . 309—3 13) y la leucodistrofia metacromática.
La plasticidad de las células madre adultas podría permitir, por ejemplo, el uso de las células madre de médula ósea para reemplazar las células miocárdicas dañadas después de un daño isquémico, las células de los islotes pancreáticos para curar la diabetes insulinodependiente o células de la substantia nigra para curar la enfermedad de Parkinson.
Varios estudios en la actualidad han demostrado que células derivadas de la médula ósea pueden producir hepatocitos. Petersen y cols. demostraron la contribución de las células madre hematopoyéticas a células ovales, las cuales, se cree que son células madre residentes del hígado (Petersen, B. E., Bowen, W. C., Patrene, K. D.. et al. (1 999). Bone marrow as a potential source of hepatic oval cells. Science 284, 1168—1170).
Otra área de estudio activo ha sido el potencial hematopoyético de las células madre derivadas de músculo y la habilidad de las células madre hematopoyéticas para producir músculo (Jackson, K. A., Mi, T., and Goodell, M. A. (1999). Hematopoietic potentia of stem cells isolated from murine skeletal muscle. Proc Natl Acad Sci U S A 96, 14,482—14,486).
Alguna vez se pensó que las neuronas adultas tienen una habilidad limitada para ser reemplazadas. Sin embargo, estudios recientes han sugerido que el sistema nervioso central adulto tiene una capacidad considerable para repararse después de una lesión (Doetsch, F., Caille, I., Lim, D. A., Garcia-Verdugo, J. M., and Alvare Buylla, A. (1 999). Subventricular zone astrocytes are neural stem cells in ti adult mammalian brain. Cell 97. 703—716).
Las células madre adultas requieren de un medio ambiente adecuado para ser de lo más productivas. Por ejemplo, el espacio profundo dentro de la médula ósea es un ejemplo de este medio ambiente ideal o nicho.
La rotación celular es especialmente alta en el intestino delgado. Muchos miles de nuevas células se necesitan diariamente para que el intestino sobreviva a las condiciones ácidas locales.
El intestino delgado está organizado en involuciones de tejido, llamadas vellosidades y criptas, son hendiduras en forma de cueva en el fondo de cada vellosidad. Cada vellosidad tiene un anillo de células madre especializadas cerca del fondo de cada cripta. La cripta es el nicho intestinal.
El uso de las células madre adultas es la tecnología de elección entre aquellos que moralmente se oponen al uso de células madre embrionarias.
Ahora bien, una teoría conocida como la Teoría de la renovación de las células madre propone que las células madre son liberadas naturalmente por la médula ósea y viajan a través del torrente sanguíneo hacia los tejidos para estimular los procesos naturales de nuestro cuerpo. Cuando existe una alteración en algún órgano, éste emite señales para que se liberen células madre. Este mismo órgano envía señales para atraer a las células madre hacia él.
La gran novedad es que se ha descubierto el enorme efecto de un agente fitoterapéutico. Es un extracto acuabotánico natural de la familia cyanophyta orgánico certificado.
Aunque su administración es por vía oral, tiene la capacidad de hacer que se produzca una manufactura y liberación de células madre adultas nuevas de la médula ósea, de 3 a 4 millones en tan sólo un promedio de una hora. Es impresionante.
Se ha hecho un estudio clínico triple ciego para demostrar su efectividad.
Comparado con el tratamiento de las células madre de cordón umbilical humano, el precio es miles de dólares más barato. Por lo cual, no hay controversia ética y es seguro de usar.
Este complemento herbolario también apoya la migración de las células madre pluripotenciales al tejido en el cuerpo que requiera reparación.
No existe el peligro de producir un crecimiento aberrante celular. Solamente las células madres embrionarias han sido asociadas con el desarrollo de crecimiento aberrante.
Hay muy pocas interacciones con este extracto. Tal es el caso de los anticoagulantes y algunos antidepresivos.
Células madre contra la diabetes y otras enfermedades
La diabetes mellitus es una enfermedad crónica del metabolismo de los carbohidratos, las grasas y las proteínas, caracterizada por elevaciones durante el ayuno de los niveles sanguíneos del azúcar (glucosa) y por un riesgo enormemente aumentado de sufrir de problemas cardíacos, embolias, enfermedades renales y pérdida de la función nerviosa. La diabetes puede ocurrir cuando el páncreas no secreta suficiente insulina o si las células del cuerpo se hacen resistentes a la insulina.
La diabetes no es común en los lugares donde la gente consume una dieta más primitiva (D. Burkitt and H. Trowell, Western Diseases: Their emergence and prevention, Harvard University Press, 1981).
Aunque se sabe que los factores genéticos parecen ser importantes en la susceptibilidad a la diabetes, los factores ambientales se requieren para que se desarrolle la diabetes.
El factor ambiental más importante es una dieta alta en carbohidratos vacíos de fibra y nutrimentos. Se sabe que este tipo de dieta induce a la diabetes en los tipos genéticos susceptibles (G Vahouny and D Kritchevsky. Dietary Fiber in Health and disease, Plenum Press, 1982). Se ha demostrado que el porcentaje de calorías de la grasa en la dieta, especialmente la grasa saturada está asociado con la diabetes tipo II, lo mismo que para predecir la conversión de una intolerancia a la glucosa a la diabetes tipo II (J A Marshall, R F Hamman and J Baxter. High fat, low carbohydrate diet and the etiology of non-insulindependent diabetes mellitus: The San Luis Valley Diabetes Study. Am J Epidemiol 134, 1991:590-603).
La obesidad es otro elemento exógeno primordial ya que el 90 % de los pacientes con diabetes no insulinodependiente son obesos ( J B Wyngaarden, L H Smith, and J C Bennett, Cecil Textbook of Medicine, WB Saunders 1992). Aún en los individuos normales, un aumento de peso significativo resulta en intolerancia a los carbohidratos, niveles de insulina más altos e insensibilidad a la insulina en el tejido graso y muscular.
Las complicaciones agudas serias son la hipoglicemia, la cetoacidosis diabética y el síndrome hiperosmolar no cetogénico. Ahora bien, las complicaciones crónicas de la diabetes mellitus tipo II son ateroesclerosis, retinopatía diabética, neuropatía diabética, nefropatía diabética y úlceras del pie diabético.
En un artículo publicado en la revista JAMA, se reporta sobre cómo un grupo de diabéticos brasileños pudo prescindir del uso de la insulina después de recibir un tratamiento con células madre hematopoyéticas.
Aunque los pacientes no se curaron en forma definitiva, lograron prescindir de la insulina durante un período promedio de 3 años. Este estudio fue financiado por el ministerio de Salud de Brasil y las células fueron administradas en el Centro de Médula Espina de la Universidad de Sao Paulo.
Por otro lado, en Argentina, investigadores de la Universidad Nacional de Rosario aplicaron células madre a un paciente diabético que también ha logrado prescindir de la insulina por varios años.
La diabetes tipo 1, que se presenta más frecuentemente en niños y jóvenes, es la forma menos común de la enfermedad y afecta a una de cada 20 personas.
Sin embargo, el número de niños que han desarrollado la enfermedad ha aumentado dramáticamente en los últimos años.
Según la Federación Internacional de Diabetes, unos 440.000 niños menores de 14 años viven con diabetes tipo 1 en el mundo, y el problema, dicen, es particularmente grave en el mundo en desarrollo.
En la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns, se ha realizado investigaciones con células madre en animales y se espera que este procedimiento se pueda adaptar pronto para tratar a la diabetes en seres humanos.
Durante los últimos años, el uso de médula ósea rica en células madre, lo mismo que la sangre del cordón umbilical rico en células madre han demostrado ser de beneficio para el tratamiento de muchas enfermedades como leucemia, linfomas, mieloma múltiple, cáncer de mama, esclerosis múltiple, lupus y artritis reumatoide.
Las células madre parecen ser una de las herramientas del cuerpo más capaces para la auto-reparación.
Cuando hay alguna enfermedad o lesión, estas células responden a señales químicas específicas y se acomodan para facilitar la curación al diferenciarse en células especializadas requeridas para la reparación del cuerpo, es decir, existen en números suficientes y reciben las señales correctas cuando ocurre una enfermedad.
Cuando se recibe algún tratamiento de células madre, es importante estimular su actividad, quitando los impedimentos para la creación y proliferación de nuevas células, tales como los altos niveles de metales pesados, consumir alimentos que apoyen el crecimiento y la proliferación celulares y tomar compuestos naturales que apoyen y sostengan estos procesos.
Es muy difícil definir lo que es una célula madre, pero podemos encontrar 2 características principales; la primera es el grado al cual una célula madre se puede diferenciar en varios tipos de células; tienen plasticidad.
A esta capacidad se le conoce con el nombre de potencia. La segunda es una clase especial de división celular que asegura un suministro futuro de células madre.
Las células madre totipotenciales son las más poderosas y tienen la habilidad asombrosa de convertirse en cualquier célula o tejido en el cuerpo. Por otro lado, las células pluripotenciales pueden convertirse en la mayoría, pero no en todos los tipos de células. Las células de la masa celular interna (ICM) y las células madre embrionarias caen dentro de esta categoría. Existen las células multipotenciales que son aquellas células que ya se diferenciaron por lo menos una vez.
Las células madre adultas podrían proporcionar la solución médica que evitaría los problemas legales y éticos de los acercamientos por medio de células madre fetales y de clonación. Hasta hace poco, se creía que las células madre de tejidos adultos estaban restringidas en su capacidad para producir tejidos que no fueran el tejido del que surgieron. Cierto número de estudios han retado esta visión. Específicamente estos estudios han sugerido que las células madre adultas de varios órganos son plásticas. Eso significa que pueden diferenciarse no sólo en su tejido fuente original, sino también en células de tejidos no relacionados.
El transplante de médula ósea se ha usado para tratar enfermedades no hematopoyéticas tales como la osteogénesis imperfecta (Horwitz, E. M.. Prockop, D. J., Fitzpatrick, L. A., et al. (1999). Transplant¬ability and therapeutic effects of bone marrow-derived mesenchyrnal cells in children with osteogenesis iniperfecta. Nat Med 5 . 309—3 13) y la leucodistrofia metacromática.
La plasticidad de las células madre adultas podría permitir, por ejemplo, el uso de las células madre de médula ósea para reemplazar las células miocárdicas dañadas después de un daño isquémico, las células de los islotes pancreáticos para curar la diabetes insulinodependiente o células de la substantia nigra para curar la enfermedad de Parkinson.
Varios estudios en la actualidad han demostrado que células derivadas de la médula ósea pueden producir hepatocitos. Petersen y cols. demostraron la contribución de las células madre hematopoyéticas a células ovales, las cuales, se cree que son células madre residentes del hígado (Petersen, B. E., Bowen, W. C., Patrene, K. D.. et al. (1 999). Bone marrow as a potential source of hepatic oval cells. Science 284, 1168—1170).